El enfoque Regio-Emilia es una filosofía que defiende el derecho de los niños a aprender en un ambiente donde puedan vivir, convivir, relacionarse y aprender al mismo tiempo de desarrollan toda su creatividad.
Si nos remontamos a sus orígenes, descubrimos que en la Italia devastada por la segunda guerra mundial un grupo de mujeres empezó a construir una escuela con sus propias manos a partir de los restos de ladrillos de los edificios derruidos por las bombas, piedras y arena.
Muchas madres habían quedado viudas, necesitaban salir a trabajar fuera de casa y al mismo tiempo tener un lugar en el que dejar a los niños. Los aldeanos de esta región del norte de Italia las ayudaron a lograr su sueño de crear escuelas autogestionadas y libres de la intervención de la Iglesia Católica.
El rumor sobre este movimiento se expande y llega a los oídos de Loris Malaguzzi, un maestro que había perdido su vocación y que en 1946 decide tomar su bicicleta para trasladarse hasta Regio Emilia y sumarse a la iniciativa.
Un contexto de crisis como empuje hacia el cambio
En aquellos años se estaba viviendo una época de cambios históricos, no solo en Italia y en Europa sino en todo el mundo, y los nuevos paradigmas llegaron también al campo de la educación.
Entre tanta desolación había que encontrar un poco de luz como esperanza para salvar a la Humanidad dejando atrás tanto belicismo.
Fue entonces cuando se empezó a mirar a la infancia desde una mirada antropológica llena de respeto y admiración: los niños y niñas están llenos de luz y eso era precisamente lo que se necesitaba en ese momento de profunda crisis en el que había que salir adelante.
Unos años atrás Maria Montessori había propuesto ver al niño como un sujeto activo del aprendizaje, y este movimiento comienza lo que se conoce también como la pedagogía de la escucha, en la que los educadores se consideran co-aprendices.
En las aulas de esta escuela había dos adultos acompañando el grupo, y surgen los primeros atelieres de arte, espacios en los que diferentes artistas invitan a los niños a que vivan experiencias que les asombren y emociones, creando instalaciones, provocaciones, ambientes inmersivos, juegos con la luz blanca y negra…etc.
Loris Malaguzzi crea así la figura del atelietista, cuya misión es ir a la escuela a escandalizarla.
Banksy
Puntos clave de esta filosofía
Actualmente hay unas 80 escuelas Reggio Emilia en el mundo e incluso existe un grupo de estudio creado por la Universidad de Harvard sobre esta filosofía educativa.
Algo que me parece fascinante del enfoque pedagógico Reggio-Emilia es que no existe una metodología cerrada y única, ya que se da mucha importancia a que cada escuela nace enraizada en la realidad socio-cultural de su ciudad.
Hay un gran interés en reclamar la necesidad de que los niños puedan reconquistar el espacio urbano y que se fomenten las relaciones con los ciudadanos.
Por tanto, el modelo de aprendizaje se adapta a las necesidades de su comunidad. Estas son algunas de las características comunes que podemos observar en todas ellas:
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- El niño es el protagonista, (primer maestro). Todos los niños y niñas tienen una capacidad asombrosa para construir su propio aprendizaje en base a sus intereses. En ocasiones se juntan en grupos de 2 o 3 y ellos mismos investigan, formulan hipótesis y van resolviendo inquietudes. Se fomenta el diálogo, la tesis, la conjetura.
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- El adulto acompaña y guía (segundo maestro). El docente no dirige actividades, se encarga de ofrecer ayuda para que los niños y niñas se descubran como autores del conocimiento, disfrutando al descubrir todo aquello que les llama la atención. El docente es consciente de que el aprendizaje va muy unido a la emoción, por eso se intenta que todo sea muy vivencial e impactante.
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- El ambiente preparado se considera el tercer elemento de la triada (tercer maestro). Se presta especial atención a la arquitectura y el diseño de los espacios, intentando que no haya aulas cerradas y que los niños puedan circular libremente por la escuela. Se da mucha importancia a la belleza y la armonía de lo estético. Los ambientes son muy luminosos, lo cual invita al sosiego y la introspección de los niños, procesos necesarios para la creación artística.
“Las cosas de los niños y para los niños se aprenden solo de los niños”
Un punto en común con la pedagogía Montessori es la importancia que se le da a la observación y documentación pedagógica. Los docentes escriben y toman notas continuamente, reflexionan sobre los procesos de aprendizaje y hacen partícipes a los padres de los procesos de sus hijos, (tienen un rol muy activo en las escuelas).
Loris Malaguzzi decía que “los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99″, de hecho, tiene un precioso poema que todos los padres y maestros deberíamos conocer.
Hay mucho interés en lo social: las escuelas suelen tener grandes ventanas que permiten ver el exterior. Los estudiantes salen al mundo y los ciudadanos entran.
Se entiende la escuela como eje de transformación de la ciudad. Los niños y niñas salen a las calles y parques, muestran sus obras y explican lo que aprenden. Se invita a los habitantes de la ciudad a que entren dentro de la escuela y vean sus creaciones artísticas.
ESCUELA ATELIER (un espacio evolutivo) – Laboratorio de pedagogías experimentales en el Centro Internacional Loris Malaguzzi en Reggio Emilia (Italia).
Autora: Miriam Escacena
Miriam Escacena es madre de dos niños y Guía Montessori de Comunidad Infantil especializada en la etapa de la primera infancia, (0 a 3 años).
En 2013 dejó su carrera profesional como ingeniera para dedicarse por completo a trabajar por y para la infancia, convencida de que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.
Eterna aprendiz de todo y especialmente de sus niños y alumnos, está al frente de la web tuguiamontessori.com, a través de la cual ofrece formación presencial y online, asesorías y consultarías tanto a familias como a docentes y centros educativos.