El componente emocional es una pieza fundamental -e imprescindible- de la inteligencia humana. Nuestra generación y la de nuestros padres ha crecido creyendo que el llamado Coeficiente Intelectual (CI) determinaba el éxito que tendríamos en nuestra vida. ¿Pero qué hueco dejábamos a las emociones?
La verdad es que les hemos dejado un hueco muy pequeño. Pero en pleno siglo XXI la inteligencia emocional es un factor determinante. Llamamos ‘Inteligencia Emocional’ (Alfabetización Emocional o Escolarización Emocional) a la habilidad para procesar, comprender y manejar con éxito las emociones humanas.
Desde que los niños son apenas bebés, es necesario educar y entrenar su inteligencia emocional para que en el futuro sepan comprender y controlar sus emociones y que sus sentimientos no sean un obstáculo a la hora de resolver problemas, tanto dentro como fuera del aula. La comunidad educativa, consciente de la importancia de una buena educación emocional, se preocupa cada vez más por trabajar en los pilares básicos del desarrollo emocional de sus alumnos. Factores como la empatía, la motivación, la autorregulación, la conciencia de uno mismo, la asertividad y las habilidades sociales se empiezan a desarrollar a edades muy tempranas. En este sentido, el rol del profesor está cambiando dejando de ser un mero transmisor de conocimientos.
¿Cuáles son los objetivos que persigue la implantación de una buena educación emocional en la escuela?
- Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en el resto de compañeros.
- Aprender a autorregular esas emociones.
- Prevenir posibles conflictos entre alumnos.
- Desarrollar una actitud de tolerancia frente a situaciones frustrantes.
- Tener una actitud positiva en la vida y desarrollar la capacidad de automotivarse y la habilidad de generar emociones positivas.
No hay que olvidar en ningún momento que el profesor sigue siendo en todo momento la figura de autoridad y de referencia dentro del aula; éste debe empezar por autorregular su comportamiento, ya que debe ser un reflejo de los valores y comportamientos que quiere transmitir a su clase.
La inteligencia emocional en el aula. Cómo introducirla
En un primer lugar habrá que hacer una valoración de cómo es ‘estado emocional’ de la clase. Es fundamental conocer la condición desde la que parte el grupo, los posibles puntos débiles a tratar y las actividades más propicias para el conjunto de alumnos.
A continuación, hay que buscar el mejor momento del día para hablar de las emociones. Estos suelen ser los primeros minutos del día, cuando los niños están más receptivos a las emociones, y justo antes de regresar a casa, para hacer un resumen de lo que nos ha pasado durante la jornada y evaluar cómo lo hemos llevado. Aunque no dudéis en trabajar las emociones cuando se den circunstancias puntuales que obliguen a ello, sin olvidar que las emociones se pueden trabajar en el aula desde cualquier edad y la mejor forma de hacerlo con los más pequeños es jugando.
Herramientas para trabajar las emociones en el aula
Son infinitos los recursos que se pueden utilizar para trabajar la Inteligencia Emocional en clase: libros, cuentos, vídeos, representaciones, películas, actividades en grupo o referencias específicamente creadas para ello, como los Emotiblocks de Miniland. Este juego, que ha recibido 4 premios a nivel internacional, trabaja las primeras emociones a partir de los dos años de una manera muy divertida. Incluye seis personajes con tres piezas cada uno -cuerpo, cara y pelo- y cada uno de los rostros representa una de las emociones básicas, permitiendo intercambiar las caras para darle a cada muñeco una emoción/personalidad distinta según cada momento y que los niños vayan reconociéndolas.
Una de las grandes ventajas de los Emotiblocks es que podrás utilizar las herramientas que nos brinda la tecnología actual utilizando el mejor material posible. En Playminiland tendrás el aliado perfecto ya que podrás añadir a tus clases un sinfín de juegos de emociones basados en la metodología Game-Based Learning, donde se unen la destreza física con la digital.
Y en esta aventura que es identificar las emociones principales hay otro recurso fantástico para el aula: las Emoticapsules, un juego que contiene cinco cápsulas en forma de matrioska de diferentes tamaños y colores que se relacionan a través de la simbología con las diferentes emociones que encontrarás en una serie de tarjetas. Con estas divertidas cápsulas sentirás que estás dándole la mejor educación a tus niños mientras trabajan un área tan importante como es el de la Inteligencia Emocional.
Y para aprovechar al máximo las ventajas que nos brinda la tecnología, desde Tiching nos recomiendan 5 sencillas aplicaciones que pueden ser utilizadas por niños de todas las edades, y otras tantas herramientas son las que menciona Vicens Vives para que el aprendizaje de las emociones sea tan efectivo como emocionante.
Por otra parte, emplear técnicas como el mindfulness o la psicología positiva contribuye al bienestar y a la motivación de tus niños. Estas prácticas también ayudan a responder ante los problemas de forma reflexiva, ayudando a regular las emociones sin reprimirlas. Cuando descubras la peonza gigante de Mindful Kids una nueva forma de trabajar la autoconsciencia en tus clases se habrá hecho presente.
Recientes estudios sobre neuroeducación confirman que para que pueda existir el aprendizaje es vital tener una buena base emocional. Pongámonos pues manos a la obra y no descuidemos la parte emocional de cada uno de nuestros alumnos.