La respuesta no está clara. El debate alrededor de este tema se ha avivado últimamente por la decisión del gobierno francés de prohibir el móvil en las aulas. Desde el inicio del curso 2018-19, los menores de 15 años en Francia tienen prohibido el uso de dispositivos electrónicos (móviles, tablets, relojes) en horario escolar. Esta ley afecta a más de 12 millones de alumnos, según informa La Vanguardia, y ha suscitado mucho debate en el sector educativo francés y en otros países.
Lo cierto es que, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su ‘Encuesta sobre equipamiento y uso de las tecnologías de la información y comunicación en los hogares (2018)’, el 69,8% de la población española entre 10 y 15 años dispone de teléfono móvil. A los 10 años el porcentaje es de una cuarta parte del total (26,2%) y a los 15 años se eleva hasta el 94,8%.
Los datos indican que la relación entre los jóvenes en edad escolar y el uso de dispositivos tecnológicos es muy cercana. ¿Esto es bueno o malo? ¿Se debe limitar esa relación durante el tiempo en la escuela o se debe potenciar? El uso de móviles en clase está en entredicho, y te presentamos argumentos a favor y en contra para incitar a la reflexión:
Argumentos en contra
Hay profesionales que no ven con buenos ojos el uso de móviles en el aula e incluso han impulsado iniciativas para limitar su uso. Es el caso de Desconecta, un programa psicoeducativo enfocado a tomar conciencia de los usos inadecuados que hacemos del teléfono móvil y fomentar las relaciones interpersonales que descuidamos cuando estamos demasiado pendientes de la pantalla.
Las tesis que sostienen desde este programa es que el teléfono móvil puede hacer que el alumno se distraiga y pierda fácilmente la concentración, y que descuiden las relaciones con los otros niños. En el momento del patio, por ejemplo, si los alumnos tienen acceso al teléfono móvil están más pendientes de él que de interactuar con el resto de compañeros para jugar, conocerse y establecer amistades. Marc Masip, el director de este programa, incluso estaría de acuerdo con una ley que prohibiera a los menores de 16 años tener un teléfono móvil para mejorar la convivencia, según declaró a El Diario de la Educación.
El cyberbullying o acoso escolar es otro de los problemas que se menciona a menudo en relación con los teléfonos móviles. Con un móvil en la mano es mucho más fácil grabar a profesores o a otros alumnos en situaciones comprometidas y usar esas imágenes para ridiculizarlos en la red. Las niñas y adolescentes son las principales afectadas en estas situaciones, y se dificulta implantar una educación no sexista. Eliminar la telefonía móvil de los centros escolares haría más fácil la vida en la escuela e impediría que se creasen situaciones incómodas. Pero, más allá de estos inconvenientes, otras voces abogan por defender sus ventajas.
Argumentos a favor
El uso del teléfono móvil entre niños y adolescentes es una realidad cada vez más asentada, y dar la espalda significa alejar las aulas del mundo real. Este es uno de los principales argumentos que esgrimen los defensores de integrar el móvil como una herramienta de aprendizaje más durante las clases. El mobile learning es el proceso de enseñar mediante dispositivos móviles, y cada vez gana más adeptos.
Si no puedes con “el enemigo”, únete a él. O mejor dicho, prohibir el móvil es como poner puertas al campo y, ante la inevitabilidad de su uso por parte de los estudiantes, la mejor opción es darle la vuelta a la tortilla y hacer que el móvil juegue a favor de los educadores. Se les puede enseñar los buenos usos de estos dispositivos, tales como buscar información de forma más rápida o saber navegar en la inmensidad de la red para filtrar los contenidos interesantes de los que no lo son.
Los maestros digitales, los que aplican las nuevas tecnologías en sus métodos de enseñanza, creen que integrar dispositivos móviles en las clases motiva a los alumnos porque están trabajando con herramientas que les gustan y que usan en su día a día. La prohibición, además, puede tener el efecto contrario, ya que si concebimos el móvil como un objeto negativo los alumnos tendrán más ganas de usarlo como forma de rebeldía ante la prohibición.
El uso del móvil en primaria y secundaria es un reto importante al que debe enfrentarse la comunidad educativa. Los hábitos de comportamiento y consumo de las nuevas generaciones evolucionan muy rápido y nos obligan a pensar en nuevas soluciones. La prohibición del móvil en el aula puede ser un parche que elimine el problema durante un tiempo, pero no es la solución a largo plazo. Hay que empezar por aceptar que el móvil es una parte imprescindible de la vida de los alumnos, y el problema no es la herramienta en sí, es cómo la usamos: enseñémosles a sacarle el mejor partido a las nuevas tecnologías.